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Foto: Museo Goyaud |
Cuando hace poco más de un año fui invitado a la localidad de Ituzaingó, provincia de Buenos Aires para, en mi condición de expedicionario al Desierto Blanco, para entregar el premio “Santa Rosa de Ituzaingó” en el Museo Clarisse Coulombie de Goyaud de esa localidad al amigo polar Prof. Dr. Ricardo Capdevila, sentí el gran orgullo de participar de la distinción que su pueblo le otorgaba a Ricardo, entre los vecinos que se destacaron a favor del desarrollo de esta comunidad, por sus valores culturales, éticos, científicos, económicos, deportivos y sociales.
En ese
evento auspiciado por la Secretaría de Cultura de la Nación, el Consejo
Internacional de Museos y con la participación del señor Intendente Municipal
de Ituzaingó, Alberto Daniel Descalzo se entregaron estatuillas a los
premiados, que simboliza el letrero con las farolas de la estación de
Ituzaingó, fue ni más ni menos que el tributo de los vecinos de Ituzaingó a sus
hombres relevantes y Ricardo Capdevila, ejemplo de hombre de ciencia en el continente
blanco, allí homenajeado nos representaba también a todos los antárticos.
Conocí a
Ricardo Capdevila a mediados de la década del 90 en plena tarea de restauración
de la “Cabaña de Cerro Nevado”, casilla considerada monumento histórico, a la
que Ricardo y su equipo, le realizaba periódicamente trabajos de restauración y
conservación, colaborando con la preservación del patrimonio cultural de la
humanidad.
No puedo
dejar de mencionar a grandes hombres de la actividad, símbolos también del
trabajo del hombre en la Antártida como los que también recordaron la tarea de
nuestro investigador, el señor Presidente de la Fundación Marambio, Suboficial Mayor FAA ®= Dr. Jua Carlos Luján
o en representación de su padre al hijo del Dr. Sobral o a sus colegas de siempre
licenciados Iribarne y Comerci, con quienes Capdevila creó el programa
Museoantar, para la restauración de sitios históricos en la Antártida.
Ricardo
Capdevila nació en Villa María, provincia de Córdoba y se afincó de adulto
definitivamente en Ituzaingó, provincia de Buenos Aires, se graduó en Ciencias
Peales egresado de la UBA y se relacionó con la Antártida como ayudante científico al hacer el servicio
militar y esa pasión por la geografía y la historia de aquellas gélidas
latitudes terminó desplazando a su profesión jurídica.
Cumplió
funciones en el Servicio de Hidrografía Naval como toponimista donde dicho
organismo publicó un trabajo de su autoría titulado “Toponimia Antártica
Argentina” con el origen de los nombres geográficos.
Fue
profesor, investigador, representante científico y director del Instituto
Antártico Argentino. Durante más de 20
años fue curador del Museo Antártico Argentino trabajado cada año en los
distintos sitios arqueológicos de la Antártida, entre ellos trabajó
afanosamente desde hace varios años en la preservación de tres lugares
considerados “Monumentos Históricos” recomendados en las disposiciones del
Tratado Antártico y cuya restauración y mantenimiento corresponde a nuestro
país.
Así fue
responsable del resguardo de sitios como Cerro Nevado, en la isla del mismo
nombre y el más austral, donde se encuentra la cabaña de madera donde invernó
durante dos años Nordenskold con Sobral y otros cuatro compañeros, Bahía
Esperanza, en la península antártica que lleva ese nombre, donde se encentra
una cabaña construida con piedras del lugar por otro grupo de la expedición
sueca, naufragado del barco “Antartic” que había quedado aprisionado en los
hielos cuando se dirigían a relevar la expedición de Nordenskjold y también la
isla Paulet, donde hay otra cabaña de piedra construida por el Capitán del
“Antartic” Larsen, cuando naufragó y buscó refugio en el lugar. Allí se
encuentra la tumba de uno de los miembros de la tripulación.
También
miembro del capítulo argentino del Explorers Club, presidente del Instituto de
Investigaciones Históricas de Tierra del Fuego y Secretario Permanente de los
Encuentros de Historiadores Antárticos Latinoamericanos. El gobierno de Suecia
le otorgó el título de “Caballero de la Orden de la Estrella Polar”.
Autor de
“Islario”, “Argentina en la Antártida”, tomo 1, “Antártida, más allá del fin
del mundo”, “Argentina en la expedición sueca del Dr. Otto Nordensjold”.
Publicó en colaboración con el historiador Santiago Comerci, “Historia
Antártica Argentina”, “Historia del Instituto Antártico Argentino” y “Orcadas
del Sud, 80 aniversario”, “El libro “Argentina en la expedición sueca” es u
valiosísimo trabajo editado en 2002 con motivo del centenario de esa proeza,
que reúne toda la historia, una síntesis de la obra del Alférez Sobral “Dos
años entre los hielos”, así como apuntes inéditos suministrados por uno de sus
hijos y todos los trabajos realizados en los sitios históricos, lo que lo
convierte en una obra apasionante.
Los museos
fueguinos también fueron beneficiarios de su aporte histórico y concreto para
la exhibición de elementos significativos de la historia antártica argentina en
sus sitios.
Este 9 de
julio de 2008 nos ha dejado, sin dudas, un verdadero explorador antártico, un
argentino aplicado y preocupado por preservar nuestra historia en la Antártida,
un hombre de ciencia que entregó su vida a la investigación y que por sobre
todo fue un hombre generoso, abierto, buen amigo de los fueguinos, “un buen
tipo”.
Adiós
Ricardo, gracias por tu obra, gracias por todo lo que nos enseñaste, gracias
por tu sacrificio en pos de resguardar la historia argentina en el continente
blanco. Dios te de el abrigo que te merecés en la vida eterna. Quienes te
conocimos, quienes hemos compartido con vos la pasión antártica, siempre te
recordaremos con mucho cariño y respeto.
Por
Alejandro H. Bertotto, 15/7/2008, “Antárticos”.