jueves, 26 de marzo de 2020

Un investigador científico que luchó por preservar la historia antártica argentina


Foto: Museo Goyaud

Cuando hace poco más de un año fui invitado a la localidad de Ituzaingó, provincia de Buenos Aires para, en mi condición de expedicionario al Desierto Blanco, para entregar el premio “Santa Rosa de Ituzaingó” en el Museo Clarisse Coulombie de Goyaud de esa localidad al amigo polar Prof. Dr. Ricardo Capdevila, sentí el gran orgullo de participar de la distinción que su pueblo le otorgaba a Ricardo, entre los vecinos que se destacaron a favor del desarrollo de esta comunidad, por sus valores culturales, éticos, científicos, económicos, deportivos y sociales.


En ese evento auspiciado por la Secretaría de Cultura de la Nación, el Consejo Internacional de Museos y con la participación del señor Intendente Municipal de Ituzaingó, Alberto Daniel Descalzo se entregaron estatuillas a los premiados, que simboliza el letrero con las farolas de la estación de Ituzaingó, fue ni más ni menos que el tributo de los vecinos de Ituzaingó a sus hombres relevantes y Ricardo Capdevila, ejemplo de hombre de ciencia en el continente blanco, allí homenajeado nos representaba también a todos los antárticos.
Conocí a Ricardo Capdevila a mediados de la década del 90 en plena tarea de restauración de la “Cabaña de Cerro Nevado”, casilla considerada monumento histórico, a la que Ricardo y su equipo, le realizaba periódicamente trabajos de restauración y conservación, colaborando con la preservación del patrimonio cultural de la humanidad.
No puedo dejar de mencionar a grandes hombres de la actividad, símbolos también del trabajo del hombre en la Antártida como los que también recordaron la tarea de nuestro investigador, el señor Presidente de la Fundación Marambio,  Suboficial Mayor FAA ®= Dr. Jua Carlos Luján o en representación de su padre al hijo del Dr. Sobral o a sus colegas de siempre licenciados Iribarne y Comerci, con quienes Capdevila creó el programa Museoantar, para la restauración de sitios históricos en la Antártida.
Ricardo Capdevila nació en Villa María, provincia de Córdoba y se afincó de adulto definitivamente en Ituzaingó, provincia de Buenos Aires, se graduó en Ciencias Peales egresado de la UBA y se relacionó con la Antártida  como ayudante científico al hacer el servicio militar y esa pasión por la geografía y la historia de aquellas gélidas latitudes terminó desplazando a su profesión jurídica.
Cumplió funciones en el Servicio de Hidrografía Naval como toponimista donde dicho organismo publicó un trabajo de su autoría titulado “Toponimia Antártica Argentina” con el origen de los nombres geográficos.
Fue profesor, investigador, representante científico y director del Instituto Antártico  Argentino. Durante más de 20 años fue curador del Museo Antártico Argentino trabajado cada año en los distintos sitios arqueológicos de la Antártida, entre ellos trabajó afanosamente desde hace varios años en la preservación de tres lugares considerados “Monumentos Históricos” recomendados en las disposiciones del Tratado Antártico y cuya restauración y mantenimiento corresponde a nuestro país.
Así fue responsable del resguardo de sitios como Cerro Nevado, en la isla del mismo nombre y el más austral, donde se encuentra la cabaña de madera donde invernó durante dos años Nordenskold con Sobral y otros cuatro compañeros, Bahía Esperanza, en la península antártica que lleva ese nombre, donde se encentra una cabaña construida con piedras del lugar por otro grupo de la expedición sueca, naufragado del barco “Antartic” que había quedado aprisionado en los hielos cuando se dirigían a relevar la expedición de Nordenskjold y también la isla Paulet, donde hay otra cabaña de piedra construida por el Capitán del “Antartic” Larsen, cuando naufragó y buscó refugio en el lugar. Allí se encuentra la tumba de uno de los miembros de la tripulación.
También miembro del capítulo argentino del Explorers Club, presidente del Instituto de Investigaciones Históricas de Tierra del Fuego y Secretario Permanente de los Encuentros de Historiadores Antárticos Latinoamericanos. El gobierno de Suecia le otorgó el título de “Caballero de la Orden de la Estrella Polar”.
Autor de “Islario”, “Argentina en la Antártida”, tomo 1, “Antártida, más allá del fin del mundo”, “Argentina en la expedición sueca del Dr. Otto Nordensjold”. Publicó en colaboración con el historiador Santiago Comerci, “Historia Antártica Argentina”, “Historia del Instituto Antártico Argentino” y “Orcadas del Sud, 80 aniversario”, “El libro “Argentina en la expedición sueca” es u valiosísimo trabajo editado en 2002 con motivo del centenario de esa proeza, que reúne toda la historia, una síntesis de la obra del Alférez Sobral “Dos años entre los hielos”, así como apuntes inéditos suministrados por uno de sus hijos y todos los trabajos realizados en los sitios históricos, lo que lo convierte en una obra apasionante.
Los museos fueguinos también fueron beneficiarios de su aporte histórico y concreto para la exhibición de elementos significativos de la historia antártica argentina en sus sitios.
Este 9 de julio de 2008 nos ha dejado, sin dudas, un verdadero explorador antártico, un argentino aplicado y preocupado por preservar nuestra historia en la Antártida, un hombre de ciencia que entregó su vida a la investigación y que por sobre todo fue un hombre generoso, abierto, buen amigo de los fueguinos, “un buen tipo”.
Adiós Ricardo, gracias por tu obra, gracias por todo lo que nos enseñaste, gracias por tu sacrificio en pos de resguardar la historia argentina en el continente blanco. Dios te de el abrigo que te merecés en la vida eterna. Quienes te conocimos, quienes hemos compartido con vos la pasión antártica, siempre te recordaremos con mucho cariño y respeto.
Por Alejandro H. Bertotto, 15/7/2008, “Antárticos”.